La actividad gastronómica tuvo hoy su día tan esperado tras más de 80 días de inactividad y servicios de delivery que, a duras penas, buscaban compensar los gastos fijos que llevaron incluso al cierre de algunos locales.

Hoy fue la apertura al público que encontró a los bares y confiterías con sus locales adecuados a los nuevos protocolos de seguridad que exigían el barbijo al ingreso de cada consumidor, y disponiendo de mesas alejadas unas de otras procurando respetar el distanciamiento social.

Medidas relativas si se toma en cuenta que al momento de ocupar las mesas, todas las personas prescindían del barbijo obviamente por comodidad para consumir y hasta para poder mantener un diálogo normal.

Incluso los cafés fueron el punto de encuentro de muchas personas entre sí, más allá de compartir o no mesa, cuestiones propias de la interacción social difícilmente de erradicar.

La suerte fue dispar y se evidenció la búsqueda de precios, mostrando un panorama escaso de concurrencia aquellos locales céntricos más onerosos, por otros que por misma calidad ofrecen mayor accesibilidad al castigado bolsillo de los consumidores.

“Nuestro fuerte es el horario del desayuno y la merienda, y tuvimos bastante gente”, comentaba una de las chicas en Café Martínez que mostró concurrencia dispar a lo largo de la jornada, pero con casi todas sus mesas ocupadas en los horarios pico.

“Hubo bastante gente a lo largo del día”, fue el resumen de uno de los mozos del tradicional “El Roca”, que mostró su panorama habitual –más estable en cuanto a concurrencia a lo largo de la jornada, pero con un panorama poco habitual, como es su tradicional barra con sus banquetas y costumbristas concurrentes, ausentes, todo por razones de salubridad que forman parte de las nuevas normas de vida de los riograndenses.