La situación se da con el condenado a reclusión perpetua Oscar Catacata quien fue condenado por el brutal asesinato de la pequeña Nicole de 3 años el 26 de enero de 2015 en la ciudad de Río Grande.

Catacata abusó sexualmente en el baño de su vivienda de la hija de su pareja, la pequeña Nicole de 3 años, quien murió producto de las compresiones del sujeto tomándola durante el bestial acto, a la vez que la golpeó contra el lavamanos.

El hecho causó un repudio y conmoción tal que Catacata tuvo que ser trasladado a Ushuaia por razones de seguridad, incluso llegó a haber una movilización que ingresó a la comisaría Primera –donde inicialmente estaba detenido- para hacer justicia por mano propia, que fue frenada por los jefes policiales de ese entonces.

Menores en riesgo

La pena de Catacata transcurrió todo este tiempo sin mayores pormenores en la alcaidía de Ushuaia, hasta que finalmente el 7 de mayo pasado contrajo matrimonio con una joven capitalina que lo visitaba asiduamente.

Ya resulta una preocupación constante del personal penitenciario que de un tiempo a esta parte, las visitas de la mujer incluyen a sus dos hijas; de 13 y 6 años de edad, las que toman contacto con este sujeto condenado a perpetua, en un ámbito precario como es el de la alcaidía de Ushuaia donde ya ha quedado demostrado no hay garantías de nada y absolutamente todo puede pasar.

La situación trascendió en razón de que increíblemente ninguna autoridad penitenciaria ha tomado medidas en relación a esta situación, o bien siquiera manifestar inquietud alguna ante la Justicia, en los fueros de Familia o bien ante un ministerio Pupilar que pueda velar por la integridad de las menores.

Actualmente no existe impedimento legal alguno para este accionar de la madre de los menores, ya que al momento de ser condenado Catacata no se le emitió prohibición alguna de contacto con menores de edad, en razón de que no era necesario; no tenía hijos y estaría condenado a perpetua.

Asimismo la acción tiene el consentimiento materno y como suele ocurrir en estos casos a las mujeres se les requiere el consentimiento firmado del padre de los menores en cuestión. En este caso la joven es madre soltera y no hay padre identificado respecto de las menores.

Una situación cuando menos inquietante si se toman en cuenta los hechos ocurridos intramuros en esa alcaidía y los brutales detalles del crimen de Catacata que aún resuenan en el inconsciente colectivo sobre un hecho que no admite perdón.