A pesar del estricto operativo de seguridad a su alrededor, Cristina Fernández de Kirchner pudo al menos en tres ocasiones, salirse de su ruta protocolar, para tomar contacto con la gente que se agolpó a lo largo de los distintos puntos de su recorrida.

 

En el aeropuerto local la camioneta en que se trasladaba fue abordad por militantes y personas a las cuales pidió detener el vehículo y saludó cara a cara, mostrando  buena predisposición para bajar la ventanilla, hablar e incluso receptar cartas y diferentes mensajes.

 

Esto mismo ocurrió en su visita a BGH, y a lo largo del recorrido de la caravana presidencial, siendo evidentes las muestras de afecto en torno a todo lo que fue el acto en el polideportivo Carlos Margalot.

 

Cuando se retiraba allí volvió a bajar la ventanilla de la camioneta y dialogó con muchas personas que se acercaron y sobrepasaron el vallado policial, viviéndose el momento más emotivo cuando una joven le acercó un retrato de Eva Perón, manifestándole que Néstor Kirchner se lo había firmado cuando visitara Río Grande un 2 de Abril.

 

La Presidenta observó la firma inequívoca del extinto presidente, por lo cual puso su firma al lado, despidiéndose entre lágrimas de la joven, tras lo cual subió la ventanilla y emprendió el viaje para abandonar Río Grande, conmovida.