El radar inaugurado el pasado 30 de mayo por el ministerio de Defensa y la Fuerza Aérea en inmediaciones de Río Grande, ya detectó 5 vuelos no autorizados desde Chile sobre espacio aéreo argentino.
Este quizás sea uno de los factores de preocupación de la inteligencia militar chilena que sufrió el hackeo de más de 400.000 documentos con clasificación “reservado, secreto y ultrasecreto”.
La filtración de estos archivos militares chilenos evidenció preocupación en la creciente actividad de defensa estratégica en el sur argentino, en particular en nuestra provincia.
Un capítulo especial fue dedicado a “el nuevo radar de vigilancia y control aéreo emplazado por Argentina en Río Grande (Tierra del Fuego) es motivo de preocupación y deberían arbitrarse los medios para su neutralización”, se recomienda.
Las frase pertenece a uno de los 27 documentos clasificados extraídos de las entrañas de al menos dos servidores del Estado Mayor Conjunto de las FFAA de la República de Chile.
Vale aclarar que, cuando los analistas de defensa chilenos hablan de neutralizar un radar, no están recomendando un ataque militar. Muy lejos de ello: se trata de generar instrumentos tácticos o estratégicos que impidan que un ojo indiscreto ubicado de este lado de los Andes comprometa intereses o actividades realizadas del otro lado de la cordillera.
Asimismo las autoridades chilenas manifestaron en esos documentos preocupación ante la intención compartida por el gobierno nacional y el de la provincia de potenciar estratégicamente a Tierra del Fuego a partir de la construcción de un polo militar y logístico como puente aérea con la Antártida.
Incluso marcan como “altamente delicada” la posibilidad de que el Ejército Argentino despliegue una nueva unidad militar en Tolhuin y la creación de la “Guarnición Militar Conjunta Tierra del Fuego”.